HISTORIA

Nací en un entorno de escasez, uno en el que el hambre no era solo de alimento, sino de oportunidades y sueños. Desde pequeña, mi mundo giraba en torno a ayudar a mis padres, limpiando bares, casas y escaleras, con manos que, a veces, apenas podían sostener una escoba. Las responsabilidades me llevaron a faltar mucho a la escuela, y los estudios superiores quedaron fuera de mi alcance.

A los 18 años, tomé una decisión valiente y me marché de casa para comenzar mi propia familia. Al año siguiente, ya era madre de una pequeña. La vida, sin embargo, no me ofrecía tregua. En 1996, a los 20 años, una operación de espondilitis me dejó postrada en cama durante cinco largos años. Fue un tiempo de profunda impotencia, pero también de una búsqueda interna que me llevó a descubrir mi propia fuerza. Empecé a estudiar hatha yoga, encontrando en cada movimiento, por leve que fuera, un paso hacia la libertad que tanto anhelaba.

A partir de ahí, mi vida se convirtió en una constante superación. Me inicié en el camino del reiki, y con él, comencé a sanar no solo mis heridas físicas, sino también las internas. Entré en un proceso de autoconocimiento, de enfrentarme y superarme a mí misma en cada obstáculo que surgía. En el 2000, la vida volvió a ponerme a prueba con otra operación de columna, recordándome que mi espíritu inquieto debía encontrar su balance. Pero una vez más, me levanté.

Hoy, con cada paso que doy, sé que mi vida es una lección en sí misma, una historia de resiliencia, de buscar la verdad sin descanso, de escuchar a mis guías que, a través de mis sueños, me muestran el camino. Todo lo que he aprendido me ha convertido en lo que soy: una guía para otros, alguien que comparte desde el alma y que camina al lado de aquellos que buscan su propia sanación y transformación. Mi vida, lejos de ser perfecta, es el testimonio de que siempre es posible renacer, y de que cada obstáculo es un maestro que nos invita a descubrir nuestra verdadera fortaleza.